Como todos los años, hemos acompañado a la colectividad japonesa que tanto impulso le dá a la producción regional!
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COLOR, MÚSICA Y MULTITUD EN
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COLOR, MÚSICA Y MULTITUD EN
EL FESTIVAL JAPONÉS BON ODORI (diario El Día, 15/1/2012)i
Se conocen algunos rituales de la comunidad oriental en el imponente predio de 482 y 186
En Colonia Urquiza se reeditó, como ocurre cada segundo sábado de enero, el multitudinario Bon Odori, la fiesta de la comunidad japonesa que convoca a miles de personas movilizadas por la muestra de las tradiciones orientales que ofrece la colectividad local. Coloridos kimonos, la música, la danza y la gastronomía de la cultura m
ilenaria volvieron a copar el predio de 482 y 186, en un festival que reúne a las distintas generaciones de nipones o sus descendientes con el público de diversas partes de la Región.
El Bon Odori de nuestra región es celebrado en Colonia Urquiza desde 1999. Con fuegos artificiales, ferias, juegos y bailes al aire libre pero también se exponen distintos productos de origen japonés, desde indumentaria y decoración del hogar hasta comidas y bebida típicas.
El encuentro comenzó a las seis de la tarde y concluyó cerca de la 1 de la madrugada. Como es tradición, los más jóvenes de la comunidad ejecutaron la percusión, subidos a tarima elevada desde donde acompañaron con sus tambores (taicos) el ritmo de una música pausada y pegadiza. A su alrededor bailaron todos: niños, jóvenes, adultos y gente mayor siguieron el esquema de pasos cortos y movimiento de brazos. La danza simboliza la siembra de arroz y el pedido de protección a los difuntos para conseguir éxito en la producción de la temporada.
La propuesta invita a la degustación de especialidades del arte culinario nipón. Al estilo de las antiguas kermeses, la pista de baile se rodea de puestos de comida y en esta última edición se ofreció un surtido que incluyó sushi, yakitori (brochette de pollo) y kaki goori (helado de frutas elaborado con hielo molido y salsa de miel). No faltaron artesanías japonesas ni frutas y flores, incorporadas a la clásica producción de la zona.
Se conocen algunos rituales de la comunidad oriental en el imponente predio de 482 y 186
En Colonia Urquiza se reeditó, como ocurre cada segundo sábado de enero, el multitudinario Bon Odori, la fiesta de la comunidad japonesa que convoca a miles de personas movilizadas por la muestra de las tradiciones orientales que ofrece la colectividad local. Coloridos kimonos, la música, la danza y la gastronomía de la cultura m
ilenaria volvieron a copar el predio de 482 y 186, en un festival que reúne a las distintas generaciones de nipones o sus descendientes con el público de diversas partes de la Región.
El Bon Odori de nuestra región es celebrado en Colonia Urquiza desde 1999. Con fuegos artificiales, ferias, juegos y bailes al aire libre pero también se exponen distintos productos de origen japonés, desde indumentaria y decoración del hogar hasta comidas y bebida típicas.
El encuentro comenzó a las seis de la tarde y concluyó cerca de la 1 de la madrugada. Como es tradición, los más jóvenes de la comunidad ejecutaron la percusión, subidos a tarima elevada desde donde acompañaron con sus tambores (taicos) el ritmo de una música pausada y pegadiza. A su alrededor bailaron todos: niños, jóvenes, adultos y gente mayor siguieron el esquema de pasos cortos y movimiento de brazos. La danza simboliza la siembra de arroz y el pedido de protección a los difuntos para conseguir éxito en la producción de la temporada.
La propuesta invita a la degustación de especialidades del arte culinario nipón. Al estilo de las antiguas kermeses, la pista de baile se rodea de puestos de comida y en esta última edición se ofreció un surtido que incluyó sushi, yakitori (brochette de pollo) y kaki goori (helado de frutas elaborado con hielo molido y salsa de miel). No faltaron artesanías japonesas ni frutas y flores, incorporadas a la clásica producción de la zona.
Colonia Urquiza, en el partido de La Plata, se ubica en el límite con
las rutas 2 y 36. La localidad fue poblada décadas atrás por la
comunidad nipona. Los que llegaron desde Japón se dedicaron a la
floricultura, y hoy, ya con una tercera generación instalada en la
Región, los jóvenes no sólo siguen con el oficio que le enseñaron sus
padres sino que mantienen las tradiciones casi tanto como en el país
asiático.
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